José Ramos López
Los días 9, 10 y 11 de junio se celebró el III Encuentro de Egresados y Estudiantes de Antropología Social - ENAN en la ciudad de Ayacucho. El evento fue organizado por el Colegio de Antropólogos del Perú Consejo Directivo Descentralizado de Ayacucho, la E.P. de Antropología Social con el apoyo del Círculo de Estudios José María Arguedas y el Centro de Estudios Socioculturales Anthropos XXI. Antropólogos, antropólogas y estudiantes, desde distintos ámbitos, lograron asistir bajo la promesa de compartir experiencias dentro de un marco reflexivo, horizontal y democrático.
Gestión pública y gobernabilidad, Gestión de proyectos sociales, Gestión de programas sociales y gasto social, y Estrategias de gestión social en actividades extractivas fueron los 4 ejes temáticos que priorizaron en el encuentro. Aunque existen otras urgencias como por ejemplo la corrupción, desastres naturales, feminicidio y balances sobre los estudios antropológicos con miras al bicentenario; sin embargo, aquellas voces contextuales fueron invisibilizadas y relegadas al plano del anonimato a fin de privilegiar estrategias para el “mejor” desempeño del antropólogo(a).
No obstante, hubo otras invisibilizaciones que deben, y tienen que, ser asunto de reflexión. Me refiero a que todos, absolutamente todos, los expositores fueron constituidos por hombres desde las autoridades hasta el moderador. Resulta sorprendente que desde la colegiatura no se contemple el enfoque de género. ¿Qué tanto puede reflejar esta práctica en la comunidad regional antropológica respecto al lugar que se les otorga a las antropólogas? ¿Será una práctica aislada o una práctica naturalizada?
Una vez más se sigue perpetuando espacios organizados y pensados por hombres relegando a las mujeres a “conocer experiencias masculinas” y “encargarse de la logística”. Y con toda seguridad admito que nuestra antropología ayacuchana aún sigue bajo las sombras de antropólogos “patriarcas” (Efraín Morote Best y Carlos Iván Degregori). Inclusive asocian a la antropología a la figura de la mujer (la bella durmiente) afirmando y reproduciendo estereotipos de género. Si en nuestra formación universitaria existen 9 antropólogos y 2 antropólogas. Comencemos a desnaturalizar aquellas prácticas tan cotidianas y exijamos espacios que apunten a mostrar las reflexividades de hombres y mujeres con enfoque de género.